Había llegado el miércoles 14 de febrero a Argamasilla de Calatrava, el día del entierro de Doña Sardina, un evento anual que marcaba la despedida de la figura emblemática de la festividad. La Comparsa Virgen del Socorro, con su carroza adornada con la imagen de la sardina y su música resonando en cada rincón, lideraba la procesión.
Este año, el entierro había convocado a más personas que nunca. Desde la plaza del ayuntamiento, la procesión, llena de mascarones, viudas y dolientes, se desplazó por las diferentes calles de la localidad. Los vecinos se reunieron en una expresión colectiva de duelo y despedida, desde los más pequeños hasta los mayores que recordaban con nostalgia las festividades pasadas.

Los vecinos de Argamasilla de Calatrava se encontraban sumidos en un estado de desgana, marcado por el profundo dolor que la pérdida de Doña Sardina había dejado en sus corazones. La procesión funebre se veía ensombrecida por la ausencia de la querida figura. Con la mirada perdida y rostros cargados de pesar, la gente anhelaba regresar a sus hogares, ansiando llevar el luto en la tranquilidad de la soledad. En sus semblantes, la pena y el dolor se manifestaban de manera palpable, creando un ambiente opaco y reflexivo que eclipsaba cualquier intento de alegría. Cada paso resonaba con la añoranza por Doña Sardina, transformando la celebración en un silencioso adiós impregnado de tristeza.
Estela y Aurori, con semblantes serios y respetuosos, acompañaron a la localidad en este momento de duelo. En medio del luto, se organizó un concurso de disfraces. Más allá de la mera indumentaria, Estela y Aurori destacaron la importancia de la actitud durante el desfile, premiando la originalidad y el ánimo que los participantes aportaron al evento.

Al finalizar la procesión, los dolientes se trasladaron al Centro Cultural, donde las típicas sardinas y limonada esperaban para reconfortar los corazones. Mientras se saboreaban las delicias locales, se llevó a cabo la esperada entrega de premios del concurso de disfraces. El primer premio fue para una viuda con melena azul, mientras que nuestra querida Adela se llevó el segundo premio, recibiendo aplausos y risas de la comunidad.
Así concluyó el entierro de Doña Sardina en Argamasilla de Calatrava, una jornada donde las lágrimas se mezclaron con sonrisas, y la localidad encontró consuelo en la tradición y la celebración de la vida, incluso en medio de la despedida.
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